Francesco Cirio - Grandes ideas para una gran pasión.
Francesco Cirio nació en Nizza Monferrato (Asti) el 25 de diciembre 1836.
Su padre era un humilde comerciante de grano y esto influyó notablemente en el joven Francesco.
Gracias a sus grandes capacidades empresariales, a la edad de catorce años, Francesco ya estaba trabajando en el mercado de frutas y verduras de Porta Palazzo en Turín.
Un concepto ganador con productos frescos italianos.
En aquel entonces, la demanda de productos italianos frescos en los mercados de Londres y París no se conseguía cubrir.
Observando esta tendencia y la oportunidad que se presentaba, el joven Cirio creó una empresa comercial de frutas y hortalizas entre las ciudades transalpinas y las británicas, y en pocos meses se convirtió en el exportador agrícola más importante del Piamonte.
Éxito en todo el mundo - Gracias a la conservación.
En 1856, a la edad de veinte años, Francesco Cirio fue uno de los primeros en el mundo en desarrollar las técnicas de apertización (el inventor fue el francés Nicolas Appert). Este método de conservación solucionó el problema de la exportación de frutas y verduras, consiguiendo ampliar la “vida útil” de estos productos perecederos. Esto dio a Francesco la posibilidad de desarrollar su negocio y así levantar su primera fábrica en Turín. Comenzó con los guisantes, logrando un enorme éxito que le llevó a ampliar rápidamente la gama con otros productos, consiguiendo así la oportunidad para desarrollar un próspero negocio.
En 1867, Francesco Cirio presentó sus primeros productos en la Exposición Universal de París, donde recibió numerosos premios de prestigio. Tras esto, comenzó a exportar a todo el mundo, desde Liverpool a Sidney.
Empresario, comerciante, agricultor.
Tras la unificación de Italia, Francesco abrió plantas de producción en el sur de Italia, supervisando personalmente la recuperación de grandes extensiones abandonadas de tierra agrícola, las cuales se prepararon para el cultivo de productos destinados a los mercados de frutas y verduras frescas y a sus propias fábricas.
En el momento de su muerte, el 9 de enero de 1900, Cirio era uno de los mayores y más prestigiosos fabricantes de alimentos de Europa.
Un gran legado: de Francesco Cirio a la familia Signorini.
Tras la muerte de Francesco Cirio, Pietro Signorini, socio de la empresa, se hizo cargo de la dirección y desarrollo de ésta trabajando a partir del legado de su fundador. Gracias a él, la empresa se consolida en el área alrededor de Nápoles construyendo nuevos centros de producción.
Tras la muerte prematura de Pietro Signorini en 1916, la gestión de la empresa pasó a su hermano Paolo, que continuó su tarea con el mismo compromiso y dedicación, logrando desarrollarla y consolidarla como una empresa líder, capaz de reafirmar los valores agrícolas y alimentarios de Italia en todo el mundo.
A partir de los años 20 del pasado siglo, con un hábil uso de la publicidad y las promociones, Cirio se hizo aún más popular en Italia. Sus productos comienzan a utilizarse en todas partes, por lo que se convierte en una de las marcas más reconocidas del sector. Cirio era identificada por poseer una amplia gama de productos, además de conservas vegetales, también carne, pescado, e incluso pasta, café o leche.
Tal como la naturaleza lo hizo, conservas Cirio.
El trabajo de la familia Signorini continuó con éxito hasta 1970, cuando la compañía fue vendida a SME (una sociedad italiana dedicada a diversos sectores, entre ellos la alimentación) y se privatizó en 1993.
Cirio y Conserve Italia
En 2004, Cirio pasó a manos del Grupo Cooperativo Conserve Italia, uno de los líderes europeos de la industria conservera. En muchos sentidos, esto representó una vuelta a los orígenes de Francesco Cirio, los cuales se basaban en su pasión por la agricultura y su compromiso por la innovación e investigación agrícola industrial.
Esta adquisición contribuyó a prolongar el éxito empresarial de Cirio, y por supuesto afianzar el compromiso hacia los consumidores, a los que se les sigue ofreciendo los productos de la mayor calidad y naturalidad.